En el Aula de clase el docente se forma como docente.

Por: CP Álvaro Fonseca Vivas

Inicio preguntándome ¿Cómo me siento, cómo docente al frente de mis alumnos? Y ¿Cómo los veo yo desde el pupitre sentado a mis docentes? Creo que es un trabajo arduo y más cuando tenemos la responsabilidad de uno como él otro a transmitir o a recibir los conocimientos  sobre algo que no se sí cómo estudiante aprovechar para ser competitivo en un mundo lleno de retos, de riesgos e incertidumbres, las cuales tengo que enfrentar y como docente, aún mas porque tengo que hacer ver a los estudiantes lo importante que es lo que yo le estoy transmitiendo, no como una caja bancaria, sino que realmente entienda la importancia de ello para su vida profesional y para su vida personal.

Porque la formación es en ambos sentidos, por  tal razón no estoy de acuerdo que cada docente que entre al salón de clase, tan solo transmitir los conocimientos de su disciplina, por ejemplo en matemático dicta su tema de matemática y llena el tablero, dejando ejercicios rompe cocos; el abogado dicta su clase magistral, hace leer todos los códigos y es mas también hace que se aprendan las normas y los procedimientos de los conceptos jurídicos, como si se estuviese viendo derecho, laboral, constitucional, civil, administrativo y fiscal, entre otros, si el programa es diferente a esta; el contador entra y expone todo su conocimientos en manejo de débitos, créditos, estados financieros, normas generalmente aceptadas, cuestiones financieras, planes únicos de contabilidad, disposiciones con respecto a  la parte tributaria y otras como auditoria y normas internacionales, sin contar que los estándares internacionales también son importantes en un mundo globalizado.

La administradora de empresas, maneja muy bien la parte organizacional, los principios administrativos de Fajol, las técnicas de manejo administrativo, la estructura organizacional, los manejos en los recursos humanos, los perfiles, la definición de las estrategias de los tiempos y movimientos, como la planeación estratégica y terminando con el Balance Scorecard, para el manejo óptimo de la dirección de una empresa; el economista plantea todo su discurso de los modelos económicos, el manejo de la oferta y de la demanda, la elasticidad que se ocasiona al modificar una de las variables, el financiero transmite sino es que llena el tablero de sus conocimientos de matemáticas financieras y otros como juegos financieros.

Así todas las demás profesiones que hacen parte de ese enriquecedor currículo que está establecido en las normas emanadas por el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Educación y que debe ser avalada por los pares académicos, en cada uno de los programas de las diferentes entidades de educación superior, con forme a lo establecido en la Ley 30 de 1983 y demás hasta el 1188 del presente[1], año sobre la  calidad de la educación superior.

Pero de lo anterior, sin que cada uno de esos docentes les digan a sus estudiantes para que les vaya a servir en la vida profesional eso que están aprendiendo en el aula de clase o que les están presentando en el tablero durante 16 semanas[2].

Tan importante como lo anteriores reflexionar con la siguiente pregunta ¿La educación de hoy en día, que se ve en el aula de clase, es la que necesitan las nuevas generaciones?

Bueno iniciemos con lo que se apreciaría como maestro, que el hombre, la sociedad y el ciudadano, simbolizan, tres tipos de sujetos a formar, tres tipos de maestros para hacerlo, tres tipos de pedagogías, y tres tipos de horizontes políticos y culturales para orientarlos[3]. Creo que es importante resaltar que estos aspectos se deben tener en cuenta porque sobre el especialmente sobre el maestro, toda la responsabilidad de la formación del futuro ciudadano, porque no solo, qué conocimientos quiere transmitirle, sino también qué valores propios se les quiere divulgar e inculcar a través de la educación, y para eso se menciona que como primer tipo de ciudadano, el hombre, quien está dotado de un alma, de unas facultades y potencias, de unos deberes para con Dios, para consigo mismo y para con los otros. Cómo Individuo, del humanismo liberal, que piensa en los sujetos en relación con la nación de la cual  forman parte-comunidad de lengua, cultura y de territorio, que ejerce unos derechos y deberes, es decir, como un sujeto jurídico. Cómo ciudadano, quien quiere ser integral, al mismo tiempo individual y colectivo y su espacio referencial es la ciudad y en nuestro contexto moderno la metrópolis y por lo tanto denominando cada uno de estos modos, clásico, moderno y contemporáneo.[4]

En este mundo contemporáneo o debo decir globalizado, muchas veces me pregunto cuál es la diferencia, si esta al fin y al cabo lleno de información, lleno de datos y de conocimiento, me surge la pregunta ¿Cuáles son las razones o los criterios que se deben considerar o son todos los que todos debemos tener, además desde las más tempranas etapas de la vida?

Es de reconocer el esfuerzo que hacen los grupos de expertos que diseñan y aprueban los currículos en las Universidades y que están soportados por los PEI`s, buscando siempre enseñar lo que en su opinión u opinión de los que manejan la educación es más importante, lo cual se podría considerar debatirlo con la comunidad o con la sociedad. Creyendo con esto que nuestras sociedades son inconscientes respecto a la responsabilidad que implica formar nuevas generaciones aquellas nos reemplazaran y que tendrán un mundo mejor, según nuestro criterio y el papel de las instituciones educativas que transmites supuestamente ese mejor cambio.

Ahora bien, en una sociedad como es la colombiana, que paso a la fase de modernidad industrial por la vida católica neotomista,[5] esta distinción moderna  entre lo técnico y lo ético, fue utilizada a favor de una reorganización que dio poder a la institucionalidad eclesial, a la cual se le entregó el control de la educación pública y privada.

Así, desde 1886, el Estado organizó un sistema nacional llamado institución pública[6], pero esta situación no ha sido como se estableció en el siglo XIX y el desastre y los problemas sociales que se han desatado en estos claustros de educación, tanto de secundaria como superior han sido altísimos, con los riesgos que estos le generan tanto a los estudiantes como a los docentes fuera del conflicto, lo cual podemos apreciar constantemente por los problemas en la Universidad, Nacional, Pedagógica y en la Distrital entre otras de las diferentes ciudades como la de Medellín, Neiva y esa tarea encomendada a lo eclesial, no cumplió su papel y podemos corroborarlo, con lo que nos menciona Saldarriaga (2003, p., 278), “mientras que la iglesia, guardiana de las familias y la civilización debía encargarse de la formación moral, de la dirección ética de la sociedad hacia su fin. Solo en 1927, bajo el impulso del ala progresista del partido conservador, que importo la Misión Pedagógica Alemana para la “modernización” del sistema educativo, el nombre del Ministerio fue cambiado por el de Educación <pública, indicando que a partir de ese momento el Estado Nacional asumiría también el derecho o la iniciativa en la formación ética de los escolares, que no aceptaba más restringirse a la “disolución, fomento y financiación” de las ciencias necesarias para el progreso de la nación”.

Los procesos educativos, y por lo tanto las entidades a cargo de ellas, deberían ser más centros de entrenamiento para la vida y menos bancos de datos. La vida a la vez no debería ser considerada como una competencia a muerte de todos contra todos, sino más bien un ejercicio de humanidad, un ejercicio que ayude a construir y unificar las competencias con armonía, y no como se establecía en el pasado que se ha reducido el alcance de la noción pedagógica a la didáctica, en un conjunto de procedimientos particulares para enseñar saberes específicos[7] y envidiosos, porque siempre estamos trabajando por separados, pero no vemos el manejo de la integración empresarial, que un solo ente económico y todos trabajamos para todos y en conjunto a una misma institución que en ultimas es laque tiene esa fe (filosofía empresarial), que está concebida como la misión, visión y los valores por los cuales fue constituida y no convertirnos como una muchedumbre consumidora.

Ahora abordaremos el papel del maestro en el contexto moderno, quien sigue siendo un peregrino de su saber y que su destino de peregrino es aprendido paradójicamente, en las propias instituciones del saber pedagógico[8], porque su formación es netamente empírica las aulas de las universidad no magnifican las peculiaridades de cada una de las instituciones y mucho menos de los alumnos que cada día recibe en sus aulas, de quienes no sabe nada y de quien debe aprender de todos, a quienes les trasmitirá sus conocimientos y posteriormente evaluara sus logros o sus conceptos con base a lo forjado o formado por él, si su resultado es muy bajo por no decir pésimo y en especial en los primeros pasos como docentes esto se torna en frustración y tiene que comenzar a reconstruir que fue lo que hizo y volver a iniciar y seguir de esa forma semestre a semestre con lo cual va adquiriendo seguridad y se va formando como maestro en su propia aula de clase, sin más ayudas que su poder de conocimiento y credibilidad con sus estudiantes y esto no se aprende en las universidades.

Muchos de estos maestros, en especial de las disciplinas administrativas, técnicas y profesionales no tienen la preparación pedagógica, no didáctica para el transmitir el saber, así conozcan muy bien su disciplina, lo que lo convierte en un docente universitario, pero bien tenemos, pues, según Piaget, desde la Didáctica Magna de Comenio, ciencia de la Educación y teoría de la Didáctica como disciplinas autónomas. Cuando Piaget y no pocos historiadores nos están situando en la ciencia de la educación o de la pedagogía a partir de la “Didáctica Magna”, nos están indicando la enseñanza como lo esencial de la pedagogía[9], esto nos traslada a los problemas que enfrenta el docente en aula de clase y por ende el estudiante con su docente, porque termina no entendiéndole nada y esto imposibilita el normal proceso del aprendizaje de una disciplina, y con dificultad en el desarrollo de sus competencias. Y para ello la paradoja, que a muchos les mantiene aún los ojos vendados, la historia de las ciencias tiene respuestas claras.

Por todo ello me pregunto hoy en día: ¿Cuál deberá ser la estrategia de nuestro sistema educativo para formar los mejores profesionales, tecnólogos y técnicos profesionales? ¿Cuál debe ser la estrategia para construir un sentido justo de ciudadanos para la comunidad? ¿Cuál debe ser la estrategia para formar docentes para las aulas de clase? ¿Cuál debe ser la estrategia para construir una mejor sociedad? ¿Cuál debe ser el perfil del maestro en el aula de clase?

No hay dudas, que todas las sociedades deberían permanentemente preguntarse para qué quieren educar a sus niños y jóvenes, en que los quieren educar y ¿Cómo deben hacerlo?, ¿qué maestros se necesitan para educarlos?, cómo deben ser sus aulas de clase si el mundo de lo virtual esta abarcando la educación, como debemos abordar la tecnología. No se trata de una crisis de vacío o de vacancia, sino de una crisis en la que la infancia moderna declina, pero reconvirtiéndose: eso es, fugando hacia dos grandes polos. Uno es el polo de la infancia hiperrealizada, la infancia de la realidad virtual. Se trata de los chicos que realizan su infancia con la internet, computadoras, sesenta y cinco canales de cable, video, family games, y que hace ya mucho tiempo dejaron de ocupar el lugar del no saber.[10] Pero lo más importante es sobre todo ¿qué se debe hacer para lograr unas comunidades más funcionales en el futuro?
Me puedo atrever a decir que una de las discusiones mucho más importante que las competencias de las cortes, los choques de trenes o si se puede o no reelegir al presidente de la República dos tres o cuantas veces se quiera, lo importante es el definir cómo queremos formar a los niños, a los jóvenes y a nuestros docentes, maestros o profesores, incluyendo a los tutores, o acompañantes en las aulas de clase. ¿En que los debemos formar y para qué? ¿Qué conocimientos se consideran básicos para otorgarles las competencias que busquen un desarrollo equilibrado de un mundo que lo necesita? ¿Sí realmente esa modernidad está bien encaminada, hacia una comunidad más consiente de un mundo frágil? Y muchas otras relacionadas con ello, como una generación de la inmediatez, contenida en una cultura mediática de la satisfacción inmediata, que significa: no sé qué es lo que quiero pero lo quiero ya. La iniciación a la adultez se ha visto diluida en cientos de experiencias mediáticas.[11]

Por experiencia veo cómo en el aula de clase el docente se forma como docente, porque tengo que encontrar la forma de llamar la atención de los alumnos, para que entiendan las materias algunas que para ellos no son importantes para el desarrollo de su profesión o disciplina, que lo entienden como una costura o sin fundamento, cuando tengo que mencionarles porque son importantes y en qué aspectos de su profesión la aplicarán, porque si no la van a manejar en el futuro mediático, si son necesarias por lo menos por conocimiento para un porvenir practico, global, por ese saber que se conoce y se utiliza y en cualquier momento escapa por nuestra boca cuando entendemos lo importante que lo es, pero tan solo en ese instante o lo recordamos y podemos hablar de él es en este instante donde esas herramientas que aprendimos son valiosas.

Es importante aclarar que con fundamento a lo dicho, el docente en el aula de clase, aquel que no ha tenido esa formación, debe desarrollar todos esos aspectos fundamentales para hacerse entender, en el aula de clase y esto es lo que lo hace que aprenda a ser docente, al saber-hacer, a saber-conocer y saber-ser. Comprender a los estudiantes lo importante que es para ellos lo que están aprendiendo, y es de tener en cuenta  los factores en la educación, en las fuerzas de un contexto sociopolítico, el romper esos paradigmas de lo epistemológico, como son las crisis de legitimidad  y de institucional, que aprendan a pensar en la materia y no a dominar la información, encontrar los nuevos conceptos pedagógicos, pero la mayoría de ellos sino el 90 de los docentes no tienen esa formación y eso complica el desarrollo en clase.
Sí hablamos de la docencia orientada a la formación de competencias, como está establecido hoy en día por las disposiciones legales, para la educación superior estaríamos hablando que se requiere la puesta en acción de la reflexión y de la auto-reflexión del docente mediante el análisis, la deliberación, el debate y la interpretación para orientar el aprendizaje de los estudiantes.[12] Esto nos hace confirmar que al revisar continuamente el plan de trabajo, las acciones emprendidas, las necesidades de los estudiantes y el cumplimiento del programa, dejando de este lado que el docente debe dejar de ser técnico y aplicador, para poder convertirse en un profesional autónomo que contribuye día a día su idoneidad mediante la búsqueda de esa excelencia y del desarrollo de esas competencias que requiere el estudiante para enfrentar esa vida profesional.

García (2000), menciona que: “el arte de formar competencias requiere no solo capacitación, sino también de un continuo aprender haciendo reflexivo, donde se tome conciencia de los logros y de los errores para implementar acciones correctivas en la práctica docente”[13]


[1] www.mineducacion.gov.co
[2] Incluir norma
[3] SALDARRIAGA, Vélez, Oscar, “Del oficio de Maestro, Prácticas y teorías de la pedagogía moderna en Colombia”, Colombia, Magisterio, 2003, p., 261.
[4] Ibídem, p., 263
[5] Afirmación que discute las visiones liberales ilustradas de la historia nacional, que sostienen el catolicismo de fines de siglo XIX, SALDARRIAGA, Vélez, Oscar “Del oficio del Maestro”. P., 277
[6] Ibídem, p., 277
[7] Ibídem, p., 288
[8] ZULUAGA, de Echeverry, Olga Lucia, “El surgimiento de la pedagogía: Juan Amos Comenio”, p., 46
[9] Ibídem, p., 47
[10] NARODOWSKI, Mariano, “Después de Clase, desencantos y desafíos de la escuela actual”, México D.F., 1999, p., 47
[11] Ibídem. P., 47
[12] TOBÒN, Tabón Sergio. “Formación Basada en competencias”, Bogotá, D.C., Ediciones Ecoe, 2005, p., 199
[13] GARCIA, R “La formación de formadores para la formación continua”, Formación XXI, 2 , 56 – 60.


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